COSTA ESTE

 

La carretera se deshace

sinuosa,

descabalgada

de un verano lacerante,

arrancada sin vacilar

contra el abismo

deseado y abierto.

Sombríos recodos

y hojas demudadas

de luminoso corazón

atienden la memoria.

Dispone el frío primero del otoño

la certidumbre

y el pasmo acostumbrados,

el quieto hacer

de la mirada

lanzada como red.

Miel es la derramada tarde

que todo lo ennoblece,

cercado el tiempo

de las plegarias.

Sólo así,

ante el acostumbrado

mar de la tranquilidad,

en este pequeño

y escondido cráter lunar del universo,

mezo la vida descarnada.

Me la quisieron devolver

sin ojos.

 

 

(de La luz de Orión)