Invierno respira.
Penetra las mil islas de la mente,
tensa el aire salino,
y dibuja destellos en interiores breves.
El Vístula en sus ímpetus
abraza orillas arenosas
y bosques apagados.
Hay un frío de óxido en sus puentes heroicos
y los silencios anchos.
Un hombre de rostro sereno
y serio
bebe su café.
No ha quitado su abrigo.
Miro a su pueblo.
Soy una mujer polaca.
Amo el cerezo y los tilos
y las aceras rotas.
(de Varsovia llueve)
NO SER
Quiero entrar en la sima del mundo,
abrazar la losa
y el crujido discente,
sentir las aguas
subterráneas,
el fósil descuidado,
la estéril languidez del lodo,
los barrotes de óxido.
Quiero ser Kafka
en sus dibujos desvariados,
Praga en blanco y negro,
debajo del Moldava,
culebreando entre los puentes.
He alumbrado mil huevos de paloma,
he crecido en los cauces de los ríos,
serpenteé en Finlandia.
He deseado la matriz del mundo.
Late en la tierra el animal.
(de Los desiertos del tiempo)
MITOLOGÍAS
Te encontré en el barro.
Desanduve cintura y brazos
de corteza.
Alcé tu cuello,
bebí tu boca
y mastiqué tu lengua,
hasta hacerte hablar
las lenguas del infierno.
Sostuve tu cabeza,
los párpados abiertos
mirando hacia la nada complaciente.
Me abrí los labios
y te nací dentro,
en medio de los gestos melancólicos
y otros cantos.
Rasgué el tronco anacreóntico,
mitad pez,
y me detuve.
El río herido,
mi herida rota,
tu enarbolado sueño anfibio.
(de Los desiertos del tiempo)
EN EL PRINCIPIO FUE EL SILENCIO
Si el viento interrumpiera su murmullo frío
y la niebla cediera, esponjosa, ante el bosque de agujas
encendidas,
entrevería una costa gris, sembrada de destellos anodinos,
donde esconderme, piedra pequeña,
punta de flecha pálida,
en un resquicio de un verano céltico.
¡Robles!
cuánto camino para ser lluvia sosegada,
sin ruido,
sin ruido otra vez,
quiero que me oigáis,
y en la tarde,
sigilosa,
ser un fósil reseco en el camino,
para después perder el habla
o, mejor, tallarla en piedra fría
y luego
tirarla deshojada,
muda,
vientre roto, atravesado mil veces de la hierba,
a los glaciares.
(de Cuerpos varados)
COSTA ESTE
La carretera se deshace
sinuosa,
descabalgada
de un verano lacerante,
arrancada sin vacilar
contra el abismo
deseado y abierto.
Sombríos recodos
y hojas demudadas
de luminoso corazón
atienden la memoria.
Dispone el frío primero del otoño
la certidumbre
y el pasmo acostumbrados,
el quieto hacer
de la mirada
lanzada como red.
Miel es la derramada tarde
que todo lo ennoblece,
cercado el tiempo
de las plegarias.
Sólo así,
ante el acostumbrado
mar de la tranquilidad,
en este pequeño
y escondido cráter lunar del universo,
mezo la vida descarnada.
Me la quisieron devolver
sin ojos.
(de La luz de Orión)
EL TIEMPO DETENIDO
Cae la noche,
ya sus bordes dilatados se posaron
sobre el monte tranquilo,
todavía la claridad lechosa y acerada
asoma detrás del eucalipto.
Vertió la memoria su lenta sabiduría
sobre nuestros pasos
y te vi de espaldas,
y me llegó el pasar de tu vida
que caía entre mis dedos,
hacia mis brazos y mis pechos
en derrotada huida.
No respiraba por miedo
a abrirlos demasiado y perder
tu savia.
Ni una partícula de nuestros cuerpos
se irá detrás de ese bosque,
al otro lado.
Nos ataremos a los árboles
y al camino que desciende.
Nos ataremos a la hierba y al río,
al pan.
Todavía es el ocaso.
La luz es inmensa en esta
hora tardía y sosegada.